sábado, 9 de julio de 2011

Corrientes Sociológicas de los siglos XVIII Y XX

LIBERALISMO
El liberalismo se basa en varias premisas básicas, simples y claras: los liberales creen que el Estado ha sido concebido para el individuo y no a la inversa. Valoran el ejercicio de la libertad individual como algo intrínsecamente bueno y como una condición insustituible para lograr los mayores niveles de progreso. No aceptan, pues, que para alcanzar el desarrollo haya que sacrificar las libertades. Entre esas libertades - todas las consagradas en la Declaración Universal de Derechos del Hombre - la libertad de poseer bienes (el derecho a la propiedad privada) les parece fundamental, puesto que sin ella el individuo está perpetuamente a merced del Estado. Sostienen, incluso, que una de las razones por las que ninguna sociedad totalitaria ha sucumbido como consecuencia de una rebelión popular es por la falta de un espacio económico privado.  Por supuesto, los liberales también creen en la responsabilidad individual. No puede haber libertad sin responsabilidad. Los individuos son (o deben ser) responsables de sus actos, y deben tener en cuenta las consecuencias de sus decisiones y los derechos de los demás. Precisamente, para regular los derechos y deberes del individuo con relación a los demás, los liberales creen en el Estado de Derecho. Es decir, creen en una sociedad regulada por leyes neutrales que no le den ventaja a persona, partido o grupo alguno y que eviten enérgicamente los privilegios. Los liberales también defienden que la sociedad debe controlar estrechamente las actividades de los gobiernos y el funcionamiento de las instituciones del Estado.
Los liberales tienen ciertas ideas verificadas por la experiencia sobre cómo y por qué algunos pueblos alcanzan el mayor grado de eficiencia y desarrollo, o la mejor armonía social, pero la esencia de este modo de entender la política y la economía radica en no señalar de antemano hacia dónde queremos que marche la sociedad, sino en construir las instituciones adecuadas y liberar las fuerzas creativas de los grupos e individuos para que estos decidan espontáneamente el curso de la historia. Los liberales no tienen un plan para diseñar el destino de la sociedad. Incluso, les parece muy peligroso que otros tengan esos planes y se arroguen el derecho de decidir el camino que todos debemos seguir, como es propio de las ideologías.

           En el terreno económico la idea de mayor calado es la que defiende el libre mercado en lugar de la planificación estatal. A fines del siglo XVIII, cuando argumentaba contra el mercantilismo, Adam Smith lo aclaró incontestablemente en La riqueza de las naciones. En 1924, poco después de la revolución bolchevique, entonces frente al marxismo, el pensador liberal austríaco Ludwig von Mises, en un libro denominado Socialismo, demostró cómo en las sociedades complejas no era posible planificar el desarrollo mediante el cálculo económico, señalando con toda precisión (en contra de las corrientes socialistas y populistas de la época) cómo cualquier intento de fijar artificialmente la cantidad de bienes y servicios que debían producirse, así como los precios que deberían tener, conduciría al desabastecimiento y a la pobreza. Von Mises demostró que el mercado (la libre concurrencia en las actividades económicas de millones de personas que toman constantemente millones de decisiones orientadas a satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible), generaba un orden natural espontáneo infinitamente más armonioso y creador de riqueza que el orden artificial de quienes pretendían planificar y dirigir la actividad económica. Obviamente, de esas reflexiones y de la experiencia práctica se deriva que los liberales, en líneas generales, no crean en controles de precios y salarios, ni en los subsidios que privilegian una actividad económica en detrimento de las demás. Por el contrario: cuando las personas, actúan dentro de las reglas del juego, buscando su propio bienestar, suelen beneficiar al conjunto.
Otro gran economista, Joseph Schumpeter, austriaco de nacimiento y defensor del mercado, pero pesimista en cuanto al destino final de las sociedades liberales como consecuencia del reto de los comunistas - predicción que su muerte en 1950 no le permitió corregir -, demostró cómo no había estímulo más enérgico para la economía que la actividad incesante de los empresarios y capitanes de industria que seguían el impulso de sus propias urgencias sicológicas y emocionales. Los beneficios colectivos que se derivaban de la ambición personal eran muy superiores al hecho también indudable de que se producían diferencias en el grado de acumulación de riquezas entre los distintos miembros de una comunidad. Pero quizás quien mejor resumió esta situación fue uno de los líderes chinos de la era posmaoísta, cuando reconoció, melancólicamente, que "por evitar que unos cuantos chinos anduvieran en Rolls Royce, condenamos a cientos de millones a desplazarse para siempre en bicicleta". En esencia, el rol fundamental del Estado debe ser mantener el orden y garantizar que las leyes se cumplan, mientras se ayuda a los más necesitados para que estén en condiciones reales de competir. De ahí que la educación y la salud colectivas, especialmente para los miembros más jóvenes de la comunidad -una forma de incrementar el capital humano-, deben ser preocupaciones básicas del Estado liberal. En otras palabras: la igualdad que buscan los liberales no es la de que todos obtengan los mismos resultados, sino la de que todos tengan las mismas posibilidades de luchar por obtener los mejores resultados. Y en ese sentido una buena educación y una buena salud deben ser los puntos de partida para poder acceder a una vida mejor. De la misma manera que los liberales tienen ciertas ideas sobre la economía, asimismo postulan una forma de entender el Estado. Por supuesto, los liberales son inequívocamente demócratas y creen en el gobierno de las mayorías pero sólo dentro de un marco jurídico que respete los derechos inalienables de las minorías. Esto quiere decir que hay derechos naturales que no pueden ser enajenados por decisiones de las mayorías. Las mayorías, por ejemplo, no pueden decidir esclavizar a los negros, expulsar a los gitanos de una demarcación o concederles un poder omnímodo a los trabajadores manuales, los campesinos o los propietarios de tierra. La democracia, para que realmente lo sea, tiene que ser multipartidista y es preferible que esté organizada de acuerdo con el principio de la división de poderes, de manera que el balance de la autoridad impida que una institución del Estado acapare demasiada fuerza.
Aunque no es una condición indispensable, y reconociendo que la tradición latinoamericana, eminentemente presidencialista, es contraria a este análisis, los liberales prefieren el sistema parlamentario de gobierno, por cuanto suele reflejar mejor la variedad de la sociedad y es más flexible para generar cambios cuando se modifican los criterios de la opinión pública. Al mismo tiempo, los liberales son partidarios de la descentralización y de estimular la autoridad de los gobiernos locales. La hipótesis -generalmente confirmada por la práctica- es que resulta más fácil abordar y solucionar los problemas eficientemente cuando quienes los padecen supervisan, controlan y auditan a quienes están llamados a solucionarlos.
Por otra parte, el liberalismo contemporáneo cuenta con agudas reflexiones sobre cómo deben ser las constituciones. El Premio Nobel de Economía Frederick von Hayek, abogado además de economista, es autor de muy esclarecedores trabajos sobre este tema. Más recientemente, los también Premios Nobel de Economía Ronald Coase, Douglas North y Gary Becker han añadido valiosos estudios que explican la relación entre la ley, la propiedad intelectual, la existencia de instituciones sólidas y el desarrollo económico.
MARXISMO

Esta corriente surge con el alemán Carlos Marx (1818-1883) y el prusiano Federico Engels (1820-1895), como respuesta a los socialistas utópicos, quienes, según Carlos Marx, habían interpretado la realidad social, pero no poseían ninguna propuesta para transformarla. Sienta las bases de su análisis en el estudio de las organizaciones humanas y la manera cómo se han organizado para la sobrevivencia; por lo tanto, el eje central de estudio son las relaciones económicas, las relaciones que surgen producto de la manera cómo se organizan para la producción material.
Erróneamente se ha visto al Marxismo como una ideología que propugna la violencia, a causa de una mala interpretación del llamado que hacen Engels y Marx a la transformación social, a través de procesos revolucionarios como único medio posible para acabar con la dominación del sistema capitalista.
Rafael Pla León (2003) nos explica que generalmente se ha confundido Marxismo con Comunismo, pero la diferencia es distinguible en el hecho de que las relaciones que se le establecen comprenden la esfera de un movimiento real. Pero, el Marxismo es un fenómeno intelectual, una reflexión que surge a partir de una interpretación de la realidad. Como filosofía, intentó explicar la sociedad capitalista de su tiempo. En tal sentido, Pla nos enfatiza que: ”Es cierto que el Marxismo tendría una estrecha relación con el movimiento obrero, o con los partidos comunistas formados en su seno; pero, esto no es motivo para no saber distinguir que son cosas diferentes y que su identificación obedece a circunstancias muy concretas y específicas”.

                 La confusión se presenta porque tanto Marx como Engels fueron activistas del movimiento obrero, al punto de ser impulsadores de la creación del Movimiento Obrero Internacional, en la Primera Internacional Comunista. El Comunismo es la acción que se desprende de la práctica social comunitaria, sustentada en los estudios de Marx sobre la manera de organización comunitaria de sociedades en la génesis de la sociedad humana, a lo que llamó “Comunismo primitivo”, como prueba histórica de que los seres humanos pueden convivir de manera solidaria y en condiciones de igualdad social. Para estos autores, el gran conflicto de la humanidad fue el surgimiento de la desigualdad social, cuando la sociedad comienza a dividirse en clases. Surgen, entonces, clases sociales que dominan y clases sociales dominadas.Estas clases sociales, según la teoría de Marx, en algún momento de su desarrollo histórico, entran en contradicciones y surgen, así, las luchas, unas para liberarse y otras para perpetuar la dominación.

ESTRUCTURALISMO

            Es una corriente de pleno auge del siglo XX. Se desarrolla a partir de los años sesenta y vino a ser una respuesta al Marxismo y al Funcionalismo. Tiene su origen en los análisis lingüistas del belga Ferdinand de Saussure (1857-1913), el cual explicó el funcionamiento lingüístico, a través de la manera cómo se organizan los elementos de una lengua; es decir, desde la estructura gramatical, de eso que nosotros llamamos gramática.

               Los estudios de Saussure inspiraron al antropólogo belga Lévi-Strauss (nacido en Bruselas en 1908). El estudio de la estructura de la lengua sirvió a Lévi-Strauss para explicar a la sociedad humana desde las estructuras sociales y no desde las acciones individuales; es decir, para este autor, la acción colectiva obedece a patrones sociales, a unidades que constituyen el todo, pero que deben ser desglosadas para su estudio. Estas unidades forman una red que es el tejido social. Todo hecho humano entraña una estructura y para comprenderla hay que entender el hecho y su cadena.

              Bien, como podemos percibir, cada una de estas corrientes ha aportado un aspecto fundamental para el conocimiento de la sociedad humana, no sólo desde el punto de vista de su evolución, sino también para la comprensión de su funcionamiento y conformación. He aquí la importancia de este breve recorrido por estas corrientes del análisis sociológico.

TEORÍA KEYNESIANA

             John Maynard Keynes fue un conocido economista británico, nacido en Cambridge, el año de 1883. Su teoría económica cuestionó y prácticamente echa por tierra, principios fundamentales de la teoría económica clásica. La teoría clásica económica sostenía que, de manera natural en las leyes del mercado y en algún momento de su despliegue, llega a igualarse la oferta y la demanda. A mayor demanda, la oferta baja sus precios en el mercado e incrementa el acceso al campo de trabajo y decrece el desempleo. El papel que debía cumplir el Estado era sólo de resguardo y apoyo al sector económico.

A partir de 1929, se desencadena una profunda crisis económica a nivel mundial, que puso en peligro la economía mundial, la cual se sustentaba en el “patrón oro”, originada por la caída de la bolsa de valores de Nueva York. Esta crisis originó un considerable contingente de desempleados y develó la vulnerabilidad de esta premisa sustentada por los economistas clásicos Keynes, al analizar esta crisis comprende, primero, la necesidad de sustentar la economía mundial en un patrón diferente al oro. Hasta entonces, la mayoría de los economistas y de los responsables de las políticas económicas habían aceptado los altibajos de los ciclos económicos como inevitables y fueron precisamente estas ideas lo que les impidió hacer frente a la depresión de los años 30. Sin embargo, Keynes, con una nueva teoría, analiza la causa de los ciclos económicos en los que se alternan períodos de elevado desempleo y elevada inflación, sugiriendo, además, a los gobiernos cómo podían controlar los peores excesos de los ciclos económicos.Keynes expuso un doble argumento. En primer lugar, afirmó que en las economías de mercado Es posible que el desempleo sea elevado y que se sub-utilice la capacidad. Además, afirmó que la política fiscal y monetaria puede influir en la producción y reducir así el desempleo y acortar las recesiones económicas.

Estas proposiciones provocaron grandes controversias; pero, después de la Segunda Guerra Mundial, la economía keynesiana acabó dominando la macroeconomía y la política económica de los gobiernos. Durante la década de los años sesenta del siglo XX, casi todos los análisis de la política macroeconómica se basaron en la visión keynesiana del mundo.  En la actualidad, pocos economistas creen que la política de los gobiernos puedan eliminar los ciclos económicos, como prometía la teoría de Keynes, ya que ni la economía ni la política han sido las mismas desde la publicación de su teoría.



NEOLIBERALISMO

             El Neoliberalismo es una teoría que surgió a fines del siglo XX, y vigente en la actualidad del siglo XXI. Con este vocablo se caracteriza a una serie de postulados económicos, filosóficos, sociales y políticos, que retoman fundamentos básicos del Liberalismo, surgido durante el siglo XVIII en Europa. Estos principios básicos son los de la libre empresa, la competencia del mercado, gobiernos, que amparen la dinámica de la producción capitalista y una ideología de carácter global que sostiene la necesidad y virtud de la economía de mercado capitalista.

             El científico, de origen alemán y radicado en Costa Rica, Franz Hinkelanmert (2005. “El sujeto y la ley”), define el Neoliberalismo como “la sociedad del cálculo”. Para el colombiano Enrique Russel (2006. El discurso teórico del pensamiento neoliberal). El pensamiento neoliberal se sustenta en la idea y creación de una gran sociedad, cuyos principios fundamentales son la libertad económica, de los individuos y el mercado como principal institución económica y social. En tal sentido, el mercado se convierte en la única y exclusiva realidad en el Neoliberalismo.

           Continúa señalando Dussel, que la condición para el mercado es la libre competencia, vivencia da en la libertad individual, la libertad de la propiedad privada y la libertad de los precios. Por eso, para Dussel, los grandes enemigos del Neoliberalismo son el nacionalismo y el Socialismo. Está basado en un “complejo desarrollo metodológico y teórico”, que relaciona la supuesta superioridad del mercado de la libertad individual y un supuesto orden espontáneo, que brota de la dinámica del mercado. Para Dussel, el Neoliberalismo posee una misión de lo humano, violenta y agresiva y va en contra de “cualquier tipo de planificación, la justicia social, el nacionalismo constructivo y cualquier tipo de utopía, que no está fundada en el mercado y sus mecanismos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario